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Foto del escritorErik Gómez

Influencers: cantidad vs calidad

Para no obviar las cosas, un influencer (influenciador) en el argot marketero digital es aquella persona con una masa considerable de fans o seguidores y su simple presencia supone un plus para la estrategia social de una marca; hasta aquí todo bien, pero qué pasa cuando los brand managers no seleccionan de manera correcta a quienes llevarán en sus manos el spread del mensaje que la marca quiere comunicar.


En más de una ocasión me ha tocado vivir de primera mano cómo los brand managers se dejan llevar por un número exorbitante de personas que siguen a determinado influencer, sin importar si lo que éste comparte en sus redes sociales se encuentra al menos cerca del mensaje y objetivos de la marca. Aceptémoslo la gran mayoría de los autoproclamados Tuitstars han logrado esa masa de seguidores por tuitear mensajes homofóbicos, sexistas, machistas… vaya son como esos estandoperos de moda -un negro mofándose de un negro, una mujer con sobrepeso burlándose de mujeres con sobrepeso, etc.-, cuando estos pseudocómicos de 140 caracteres lo hacen a título personal está bien, pero cuando una marca deposita en ellos recursos económicos y confianza ahí sí hay un problema.


Las marcas -sin excepción- deberían procurar su costumer care ante todo. La voluntad de conectar, generar compromiso y compartir experiencias con sus consumidores debería ser una máxima para cualquier brand manager, ante esta situación y bajo mi experiencia los únicos influencers que valen la pena son aquellos que -desafortunadamente- están alejados de los presupuestos de muchas marcas, es decir, artistas, deportistas, músicos (…) vaya personajes y personalidades que han construido una reputación, una identidad más allá de lo efímero que son las redes sociales.

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